Así como es arriba, es abajo. La esencia logra un equilibrio. Reconocemos que sin luz no hay oscuridad, sin yin no hay yang. Equilibra los líquidos corporales. Equilibrio ácido - alcalino. Regala un sentimiento de armonía y del equilibrio, un “sentirse acogido” en la unidad de Dios. Ayuda a sanar viejas heridas.