La esencia nos centra y protege. Somos fortalecidos internamente. Al igual que en el interior del ojo de un tornado, nos sentimos protegidos y tranquilos, sin importar lo que esté pasando a nuestro alrededor. Fortalece nuestro corazón y todos los centros energéticos. Así, en tiempos turbulentos, permanecemos estables internamente y confiamos en la protección de Dios.